Mondraker
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En Copenhague todo funciona a base de café.


Café, mantequilla y hojaldre. También a base de gambas, perritos calientes y tostadas de arenque con mayonesa. Funciona así y a pedales. Fini llega a la cita pedaleando. También lo llamamos Seb o Sebastian. Vestido de calle parece un danés más. Vestido de ciclista parece un ciclista profesional danés más. Vestido de Mondraker parece una máquina. 



Fini funciona a base de dobles expreso.

Los bebe rápido y coge la taza de metal con delicadeza. Me gusta esta taza, dice. Son las 8:30 y ya hemos tomado el primer doble del día. Se viste de ciclista y la licra se le pega al cuerpo como en una sesión de body painting. Sin arrugas y marcando venas y músculos para aprender algo de anatomía. 



Extendemos el mapa desplegable de la ciudad y señalamos una veintena de lugares. Tenemos a Fini 5 horas, una Arid Carbon y dos bicis alquiladas. Javi e Iván van en una cargo eléctrica que no han usado nunca. Nos reímos cuando la prueban en un parking. Después dejamos de reírnos cuando se dan dos buenas hostias, y nos volvemos a reir cuando las recordamos. Da igual si eres buen ciclista si nunca has pedaleado en esta ciudad. Esto es como Bombay pero con carriles bici. Con unas reglas que si no las conoces, las aprendes a gritos. Nunca a timbrazos, que no les gusta a los daneses.


Fini mira la nueva Arid con cariño.

Le gusta el color. Mirage Silver, le digo. Julio nuestro mecánico la ha dejado impecable para la sesión. Kudos para él. Son las 9:30 de la mañana y los 3 novatos en la ciudad tratan de seguir a Seb de A á B y de B á C y así hasta completar todo el abecedario. La bici cargo ocupa y pesa como un Fiat Panda. No sabemos donde aparcarla cuando paramos a hacer fotos. La gente nos increpa siempre, Fini se rie y sacamos las cámaras tan rápido como la velocidad del obturador. Click, click, click, click. Fini hace el show y de vuelta nos subimos al flujo circulatorio de la capital Danesa bombeados por el final de la hora punta de la mañana. 




Vesterbrogade, Amaliegade, Kongens Nytorv… Pasamos de una calle a otra oliendo el nivel económico de cada barrio por el que pasamos. En la Marble Church un tipo nos pregunta quien es él ciclista. Sebastian Fini, de Mondraker. Campeón de Dinamarca. El tipo se sorprende y dice; uff vaya bici. 



En el Meatpacking District la primera caída del día llega antes del segundo café y es en línea recta y en llano. Iván rueda por el suelo agarrando las tres cámaras que lleva colgadas del cuello, como un carterista rodeado por la poli. Fini nos llama ‘fucking idiots’, Javi no sabe lo que ha pasado y yo veo todo desde detrás en directo y a cámara lenta. La sangre la aclaramos en Hart Bageri con agua con gas de a 10 euros la botella. Seb se toma un cortado. Yo un bizcocho de limón con semillas de amapola. 

Lo del cisne nos hace reir aún más.

Fini mueve miles de vatios sentado en el culo del cisne y lo pone casi de manual. El que alquila las barcas flipa con Sebastian con el chaleco salvavidas y el casco puesto. De ahí hasta la sirenita nos cruzamos el centro de la ciudad moviéndonos ya con algo de confianza. 


De camino compramos fresas,

nectarinas y casi una sandia (no cabía en el maillot). Antes de llegar a la sirenita almorzamos pasado Nybroen. Food Trucks, buen rollo, limonadas y pollo a la plancha. 

La sirenita es pequeña, está encima de una roca a la orilla del mar y se flanquea por miles de turistas gastando megapíxeles infinitos. Fini dice que allí no va en la vida. Le hacemos ir y le hacemos la foto. Obligatorio.



La penúltima toma es al lado del mar pedaleando a fondo por Langelinje Allé para seguir al danés. La ida la hacemos sin problema. A la vuelta Javi decide ponerse de pie en la bici cargo para que Iván vuele de nuevo. Error. Nunca te pones de pie en una bici cargo de esa envergadura. Nos cargamos media bici y la otra media rodilla de Iván. Nos reímos menos (luego nos reiremos más). Fini entona el ‘fucking idiots’ de nuevo y todos nos reímos menos el que sangra.



A las 3 de la tarde Fini se cambia de ropa en el impecable barrio de Nordhavn. Tarda 7 segundos en tomarse el doble expreso y se ajusta el bañador en la calle debajo de una toalla anudada a la cintura como los jubilados en Benidorm. 2 minutos más tarde dice que se va a tirar al mar de cabeza antes de irse a casa. Saluda, se lanza estirado como nadador olímpico y aplaudimos. Le damos un 10 en ejecución. 



A las 15:15 abrazos y despedida. Fini se va por donde ha venido. Se lleva las nectarinas que han sobrado. Nosotros las fresas. Tardamos una hora en llegar donde devolvemos las bicis de alquiler. Nadie se cae. Nadie nos grita. Lo hemos conseguido. Somos ya locales, pensamos. 



En Copenhague todo funciona a base de café. A base de café y pedales.

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